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Malditos y pecadores (A Villaronga, otro enfant terrible)

(15 años ya, sin Carles Sabater nacido el 21 de septiembre de 1962 en Barcelona, y falleció en la madrugada del 13 de febrero de 1999 en Villafranca del Penedés)

Como él solía cantar, la vida pasa deprisa y se nos escapa de las manos. No sé si esta es la gran tragedia o suerte de la existencia humana, pero lo suscribo como tantas otras de sus frases. Sea cosa del destino, suerte o casualidad el pasado domingo el –ahora- “nostro” Agustí Villaronga se convertía en el director más alabado y laureado. Ese mismo día del año 1999, él fallecía súbitamente. Me pregunto qué pensaba Laura Jou, colaboradora del director mallorquín y pareja del cantante, cuando el escenario volvía a ser motivo de emociones.  Carles Sabater murió transmitiendo aquella magia y energía que le convirtieron en referente y, sobre todo, en  un seductor admirado por todas las mujeres. Un amante amado que sabía transmitir la esencia de lo que es la vida: amistad, amor, desamor, sueños, vanidad, deseo, pasión, fracaso y éxito.  Otra coincidencia que motiva este artículo es la edad, ahora tengo la suya -treinta y seis años- y puedo intuir lo que es morir en la plenitud de la vida. A pesar de los años recuerdo perfectamente algunos de nuestros encuentros y entrevistas en las que pude aprender del mito.  Fue él quien me descubrió a  Jaime Gil de Biedma; ambos fueron malditos y, sobre todo, libres y  envidiados o admirados por su facilidad para vivir con intensidad. Los dos nos han legado increíbles versos a modo de poesía o canción, demostrando que lo hecho con pasión perdura  al tiempo.

El actor y cantante de Sau fue capaz de crear himnos que no dejarán de sonar; el reconocimiento y el recuerdo colectivo es siempre el mejor premio. En estos tiempos de premura, indiferencia y canciones vacías deberíamos retomar las lecciones de Gil de Biedma y recordar aquellos versos que también inspiraban a Sabater. Les recomiendo  “No volveré a ser joven” o  “Pandémica y Celeste”  que el fallecido cantante también recitaba (“Para saber de amor, para aprenderle,/ haber estado solo es necesario./Y es necesario en cuatrocientas noches/ -con cuatrocientos cuerpos diferentes-/haber hecho el amor. Que sus misterios,/como dijo el poeta, son del alma,/pero un cuerpo es el libro en que se leen”…). En fin, de versos memorables y tantas otras experiencias, surgió la inspiración para escribir canciones como “Boig per tu” o “No he nascut per militar”. Nunca más hablaremos de poetas o de la vida, su carisma se apagó sobre el escenario durante una noche fría de estos meses de invierno que suelen castigarnos el ansia de vivir, de compartir y de ser un poco más de otros. Como decía Sabater, “els dies passen, no hi ha res etern”. Nunca me he planteado cómo sería el cantante casi cincuentón y –aprovechando el título del documental sobre su vida-prefiero retener aquella luz que nunca se apaga. Espero que dentro de ocho años pueda recordarle y  empezar como Gil de Biedma con un “Ahora que de todo hace veinte años”. Nuevamente se hablará del “més gran dels pecadors”, aquel a quien muchos admiramos y, ahora, pasada una década, sabemos que su prematura muerte le hace, aún, algo más grande.

(Última Hora, 18 de febrero de 2011)